31.3.10

Ángeles negros.

Desde hace siglos las leyendas sobre los ángeles negros que cuidaban las puertas entre los dos mundos han circulado por numerosas vías, en todas ellas se describía a estos guardianes como hijos del diablo, criaturas sin corazón o simplemente como espectros que debían pagar por los pecados cometidos en vida. Algunas de estas historias no iban lejos de la verdad. La mayoria de los guardianes son perversos, ambiciosos y desobedientes. Solo los que se llevan las almas de los ya muertos son suceptibles y fieles a su jefe, manteniendo por encima de todo la compostura y limitándose a su trabajo. Pero... algunos de ellos sobrepasan las normas y cometen puras locuras irremediables. Su jefe, es su dios... Shinigami-Sama, y uno de sus ojitos derechos es Haru, una sonriente guardiana que amaba su trabajo, llevar las almas de los muertos al otro mundo, a su universo. Siempre obediente y mansa a las manos de su amo, cumpliendo cada trabajo a tiempo.

- Querida...
- ¿Si, mi señor?
- Ocúpate de Matsumoto Ayame, su alma escapa en estos momentos por culpa del viejo Yoshiro, ve.
- Si, mi amo.

Dió media vuelta mientras Shinigami-sama la observaba desde lejos. Su largo cabello negro casi por medio muslo la caracterizaba, al igual que por sus ojos, casi blancos. Salió lentamente por la puerta y desplegó sus enormes alas de brillantes plumas negras que habían sido regaladas por Shinigami-sama por haber cumplido su cometido. Alzó el vuelo y recorrió los cielos de Osaka bajo la blanca luna llena que se había encaramado en lo alto. Con la ayuda de su luz y de las pequeñas estrellas, consiguió ver a larga distancia el alma que había escapado de las garras del viejo Yoshiro. Observó detenidamente con sus ojos el cuerpo de una pequeña niña sujetando un oso de peluche. Sacó una pequeña vara que con un movimiento simple de mano se convirtió en una larga guadaña con detalles de dragones, y se acercó a la muchacha.

- He venido a buscarte.- Le advirtió Haru.
- ¿Dónde está mi mamá?
- Eso ya no importa.
- Pero yo quiero ir con mi mamá.- Insistía la pequeña.
- Ya no puedes ir, ese mundo ya no es para tí.- La observó.- Acompáñame y no vuelvas a escaparte, será mucho peor para tí.-Le tendió una mano.

La pequeña aceptó la mano y la agarró fuertemente. Los ojos de la pequeña se cerraron momentaneamente mientras se alejaban de las enormes casa de la ciudad hacía el reino de los muertos. Una especie de ciudad fantasma invisible al ojo humano. Recorrieron volando las esponjosas nubes hasta el portón de la ciudadela, el cual abrieron los guardias, para seguir avanzando hasta el castillo que se encontraba al final de un ancho camino. Posó sus pies en la escalinata donde aguardaba uno de sus compañeros.


Kokoa Phantomhive

30.3.10

Relatos de fantasmas

Dos niños, Juan y Alex, estaban jugando cerca de un viejo granero cuando la pelota se les escapó y entró en aquel lugar rompiendo una de las fráfiles puertas, ya que la madera estaba podrida debido a los años de humedad y sol. Alex entró a buscar la pelota, ya que era el más valiente de los dos, y Juan prometió quedarse esperando a su amigo para irse los dos juntos pero de repente Juan escuchó un grito que venía del interior del granero y su cuerpo respondió por él: echó a correr.

Días más tarde, aún nadie había encontrado a Alex, sus padres llamaron a la policía en cuanto se enteraron por boca de Juan lo que había pasado, pero no encontraban al pequeño Alex ni dentro del granero ni por los alrededores. Pasaron los años, y Juan siempre se culpaba por haber dejado a Alex sólo después de que había prometido no moverse de allí hasta que saliera, y un día de verano, cuando Juan estaba en el parque, conoció a una niña con voz dulce cara angelical y redonda, de pelo largo recogido con flores ya marchitas y un vestido muy largo de color blanco. La niña debía tener unos 10 años, y durante varios días se vieron en el mismo parque sin apenas hablar, simplemente se columpiaban uno al lado del otro intercambiando miradas y siempre en el mismo columpio, hasta que la niña un día se bajó de su columpio y se plantó delante de Juan haciendo que éste frenara:
niña- siempre me miras muy triste, ¿cómo te llamas?
Juan- Juan- dijo tímidamente
niña- yo soy Claudia, ¿quieres ser mi amigo?
J- claro
C- yo sé dónde está tu amigo, tambien es mi amigo
J- ¿cómo sabes que tengo un amigo que no lo puedo encontrar?
C- me lo contó él, quiere verte, le dije que te conocía, ¿quieres ir con él?
J- claro- dijo saltando del columpio al suelo y con una sonrisa que le iluminaba la cara- su mamá se pondrá muy contenta cuando lo vea, quiero llevarlo a casa.
Durante todo el camino la niña no dijo nada, pero cuando llegaron de nuevo al granero Juan se puso a saltar de alegría -sabía que estaba aquí, lo que pasa es que no han sabido buscar- Claudia lo miraba, sonreía, y seguía caminando, hasta que llegaron a la puerta del granero y Juan entró el primero, sólo entonces la niña habló -quédate con nosotros, Alex no volverá a su casa y ahora tú tampoco, no podéis abandonarme, somos amigos... ¿verdad?
A- Ya no quiero jugar más
C- Este juego nunca se acaba. Gritad lo que querais, que nadie os oirá jamás. Vuestra voz no es de este mundo... la mía tampoco-

-Anny-

23.3.10

Shiroi Neko

Shiroi Neko, un blog en donde expresar lo que se siente y escribir historias del día a día o del mes a mes. Un espacio donde matar el tiempo entre otras cosas y compartido por dos escritoras: Kokoa y Kory.

"Shiroi Neko" significa "gato blanco" y como todo, tiene su significado: El gato es un animal independiente, al igual que sus escritoras. Que cada una por separado tiene su forma de pensar y una forma de ser y de vivir completamente diferente, aunque no por ello sus vidas han de ser completamente agenas, ya que se han cruzado en un punto del camino.

Este no es un lugar exclusivo, la idea es expresar opiniones, puntos de vista diferentes de una misma cosa, contar anécdotas, en definitiva, entretener creando un espacio diferente con música para todos los gustos y temas de todos los aspectos. Por ello, las escritoras te invitan a participar, a que opines, des tu punto de vista, cuentes anécdotas y te entretengas. Por supuesto, también aceptamos sugerencias para hacer de este espacio algo agradable en donde apetezca quedarse y, sobre todo, volver.